Blindspotting (2018)

Daveed Diggs and Rafael Casal in Blindspotting

¡En español!

Blindspotting is a total experience: there are few films so funny, so committed, also tragic, angry, tense, also tender and touching. When it often seems like the studios bankroll only sequels, remakes and reboots, it is a breath of fresh air to see talented artists blazing their own path to do something new and bold.

Blindspotting takes us to Oakland to meet Collin (Daveed Diggs), a young man on parole who is just three days away from real freedom. If he misses his halfway house’s curfew in the next three days, or has any kind of incident with the police, or uses drugs, or is found in possession of a gun, or loses his job, or leaves the county’s boundaries, he could have his parole extended, or worse, go back to jail.

If this does not feel like a tall order, it quickly becomes monumental when we meet Miles (Rafael Casal), Collin’s childhood friend who is also his colleague at the moving company they work for. In the literal first scene Miles is introduced to us handing over multiple handguns to Collin just for giggles, so those three days ahead of us suddenly look very long indeed. The close calls and hairy situations Collin and Miles will get into are often hilarious and demented, but sometimes they’re also starkly real: it is brought to the foreground that Collin is black, and Miles is white, and although they may both get in exactly the same trouble, police will not react to them the same way. This is exacerbated when Collin witnesses an act of police brutality, which could easily have happened to him. It may still.

Daveed Diggs and Rafael Casal, who wrote the film together, make up an explosive duo. Casal is a firecracker, all neck tattoos, gold chains and a grill, always on the hustle, loudly yelling at random passersby and seemingly on a quest to break as many of Collin’s parole rules as possible. Diggs, by contrast, is extremely likable and way more stable, but he also displays an undercurrent of repressed anger and trauma that is always stirring just below the surface. With just one look he portrays the unfairness and injustice that he feels, how heavily the cards are stacked against him.

The movie, Carlos López Estrada’s first feature (I’m saying this a lot lately, but 2018 really is turning out to be an amazing year for first-time feature film directors), is as bold creatively as it is thematically: it is not afraid to insert dream sequences, split screens, even rap numbers, without ever feeling heavy-handed.

It is not a love letter to Oakland, but rather a portrait, which like all good portraits looks from a personal and emotional perspective. It is also a master class in maintaining tension, as I was kept in a state of unrest the entire time through, even while I was having fun, the danger always present in the back of my mind. For those of us who live protected by our race or our class, it is a powerful taste of what it’s like to be black in America when a police car slows down next to you. Go see Blindspotting while it’s still playing, because it won’t last for long. If you have recently complained that all movies feel the same now, or that American cinema is too commercialized, you are in for a ride.

Blindspotting on IMDb

 

Blindspotting (2018)

 

Blindspotting es toda una experiencia: hay pocas películas a la vez tan divertidas, tan comprometidas, pero también trágicas, indignadas, pero también tiernas y conmovedoras. Cuando a menudo parece que los estudios solo financian secuelas, remakes y reboots, es un soplo de aire fresco ver a artistas con talento hacerse camino para hacer algo nuevo y atrevido.

Blindspotting nos lleva a Oakland a conocer a Collin (Daveed Diggs), un joven en libertad condicional a solo tres días de la libertad total. Si se salta la hora de queda de su piso tutelado en los próximos tres días, o si tiene cualquier tipo de incidente con la policía, o si toma drogas, o si lo encuentran en posesión de un arma, o si pierde su trabajo, o si sale de los límites del condado, podrían extenderle la libertad condicional, o peor, podría volver a la cárcel.

Si esto no parece tan difícil, pronto se vuelve monumental cuando conocemos a Miles (Rafael Casal), el amigo de la infancia de Collin que también trabaja con él en una compañía de mudanzas. En la primerísima escena nos presentan a Miles pasándole varias pistolas a Collin solo por diversión, así que esos tres días que nos quedan de repente se antojan muy largos. Los embrollos y los líos en los que se meterán Collin y Miles son a menudo graciosos y descabellados, pero a veces son dolorosamente reales: se presenta en primer plano que Collin es negro, y Miles es blanco, y aunque ambos pueden meterse en exactamente el mismo lío, la policía no reaccionará de la misma forma. Esto empeora cuando Collin es testigo de un acto de brutalidad policial, que fácilmente podría haberle sucedido a él. Todavía puede.

Daveed Diggs y Rafael Casal, que escribieron la película juntos, forman un dúo explosivo. Casal es una fuerza de la naturaleza, todo tatuajes en el cuello, cadenas de oro y fundas metálicas, siempre vendiendo algo, gritando a viandantes y aparentemente decidido a romper tantas normas de la condicional de Collin como sea posible. Diggs, en comparación, es afable y estable, pero también muestra un sustrato de ira reprimida y trauma que se agita siempre justo debajo de la superficie. Con una mirada transmite la injusticia que siente, hasta qué punto la partida está amañada en su contra.

La pelícua, el primer largometraje de Carlos López Estrada (últimamente lo digo mucho, pero 2018 de verdad está siendo un año estupendo para los directores de largometrajes primerizos), es tan atrevida creativamente como temáticamente: no duda en insertar secuencias oníricas, pantallas divididas, o hasta números de rap, sin excederse.

No es una carta de amor a Oakland, sino más ­bien un retrato, que como todos los buenos retratos observa desde una perspectiva personal y emocional. También es una clase magistral de cómo mantener la tensión, porque me he pasado toda la película en un estado de inquietud, incluso cuando me estaba divirtiendo, con el peligro siempre presente en el subconsciente. Para aquellos que vivimos protegidos por nuestra raza o nuestra clase, es una poderosa demostración de lo que se siente al ser negro en Estados Unidos cuando un coche de policía se detiene a tu lado. Busca una forma de ver Blindspotting, porque no te lo pondrán fácil. Si te has quejado recientemente de que todas las películas se parecen, o de que el cine americano está demasiado comercializado, te espera una aventura.