Do you know those times when you absolutely do not want to do something, but you know it’s the right thing to do? That’s what Isabel (Patricia López Arnaiz) is going through when she learns that her ex husband Ramón (Antonio de la Torre), father of her college-aged daughter Madalen (Marina Guerola), is dying. She and he are not on speaking terms, not just in the sense that they do not speak to each other, but also in that Isabel does not even speak of him, until Madalen asks her point-blank to help care for him in his last days.
What follows is a difficult but fascinating battle between Isabel’s overpowering survival instinct to refuse any contact with her ex husband and her sense of duty to her daughter, who is naturally struggling to cope with the situation. Isabel cannot bear to even be in the same room as Ramón, something that director Pilar Palomero (also the writer, adapting a short story by Eider Rodríguez) conveys upon the audience with the way the camera itself avoids looking at Ramón at all costs, even when present. When we eventually see his face, it feels uncomfortable to meet his eyes, like we ourselves are estranged from him.
Palomero focuses instead on Patricia López Arnaiz, the kind of monumentally talented actor that allows a movie to rest on her face instead of relying on the dialogue, so naturalistic that it often leaves sentences unfinished. The film is rooted in her character from beginning to end -sometimes to a fault, because the plot is so light touch that some themes feel underdeveloped. The third act especially gave the impression of going on autopilot, hitting predictable story beats that earlier would not have gone unchallenged.
Despite losing steam after a strong start, Glimmers remains worth watching for the central performance alone.
Los Destellos (2024)
Todos hemos pasado por esos momentos en los que no queremos hacer algo por nada del mundo, pero sabemos que debemos hacerlo de todas formas. Es lo que le pasa a Isabel (Patricia López Arnaiz) cuando se entera de que su ex marido Ramón (Antonio de la Torre), padre de su hija universitaria Madalen (Marina Guerola), se está muriendo. No se hablan, ni se mencionan siquiera, hasta que Madalen le pide expresamente que le ayude a cuidarle durante sus últimos días.
Lo que sigue es una difícil pero cautivadora batalla entre el irresistible instinto de supervivencia de Isabel, que la conmina a resistir cualquier tipo de contacto con su ex marido, y su sentido del deber hacia su hija, naturalmente la que más sufre. Isabel no puede tolerar existir en la misma habitación que Ramón,algo que la directora Pilar Palomero (también guionista, adaptando un relato corto de Eider Rodríguez) transmite mediante una cámara que también evita a toda costa mirar a Ramón, incluso cuando está presente. Cuando por fin le vemos la cara, se hace incómodo sostenerle la mirada, como si nosotros también tuviéramos un pasado incómodo con él.
Palomero se centra casi exclusivamente en Patricia López Arnaiz, una actriz con suficiente talento como para llevar el peso de toda una película; gracias a ella el diálogo puede ser tan naturalista como para dejar frases inacabadas y conversaciones interrumpidas. La narrativa recase sobre su personaje incluso demasiado: el argumento es tan ligero que algunos temas se quedan sin desarrollar. El tercer acto, concretamente, da la impresión de entrar en piloto automático, con algunas escenas predecibles que antes se habrían examinado más de cerca.
A pesar de perder fuelle después de un inicio tan potente, Los Destellos merece la pena solo por su gran interpretación protagonista.
The Film Tower 