There is no point in comparing 2016’s Suicide Squad with this new instalment by James Gunn, titled The Suicide Squad in a sort of reverse-Facebook move. The only reason I would not include the former in a ranking of the worst superhero movies ever made is because I do not recognize it as a movie, but an amorphous, senseless amalgamation of trailer shots and music video scenes stretched to feature length, an insult to logic and taste made only to line a studio’s pockets.
This, by contrast, is an actual movie. The premise is the same: after scraping the bottom of DC’s big barrel of comic book villains -and I mean the very, very rock bottom- we are presented with a team of convicted bad guys who have to carry out a mission for the US governments in exchange for a reduction in sentence. Although the characters at play look visually distinct, they can be roughly divided in two categories: regular humans who have a personality and/or are played by an actor with charisma, like Margot Robbie’s Harley Quinn, Idris Elba’s Bloodsport or Joel Kinnaman’s Coronel Flag, and superpowered metahumans or demigods that are each and every single one of them less useful to have in a mission than one normal professional soldier.
It is a ridiculous premise that doesn’t hold up to three seconds of scrutiny, and James Gunn’s winning move is to lean into the absurdity of it all and treat it like a comedy. The Suicide Squad works best when it is unhinged, which to its credit is often, subverting expectations and turning the plot on its head several times. The conflict between Bloodsport, Flag and John Cena’s Peacemaker, plus Harley Quinn acting as a wildcard to shake things up, mostly works, but for me the movie loses its oomph whenever it focuses on its appalling cast of dull, unmemorable supporting characters. It is downright enamored with King Shark, a big dumb humanoid shark, and of the many times the film cuts to him being big and dumb like it’s the height of comedy, it’s funny maybe twice. Ratcatcher, whose power is having a Sailor Moon-style wand that mind controls rats, is the dramatic counterpart of that, a big nothing of a character that exists to be a moral compass with none of the gravitas that would require.
The action is mostly good, more reliant on physical stunts over CGI than Marvel fare, which paired with Gunn’s liberal use of gore makes fights feel visceral and impactful (although, I do have to say that this movie might break the record for most action scenes in which one unarmed hero fights fully armed soldiers who freely choose to leave their safe positions to engage in hand-to-hand combat over just, you know, shooting the guns they are holding).
Overall, I was more disappointed than not by The Suicide Squad as an action blockbuster. I suppose if you rate it by improvement over the first instalment, the result would be very generous, but taken on its own it is not nearly as funny nor as subversive as it thinks itself to be. It is held together by Margot Robbie’s charisma and a few well-made set pieces, but this will not be the film that redefines the genre.
El escuadrón suicida (2021)
No tiene sentido comparar Escuadrón suicida (2016) con esta nueva entrega de James Gunn, titulada El escuadrón suicida en una especie de maniobra Facebook a la inversa. No la incluiría en una lista de las peores películas de superhéroes de la historia solo porque no la reconozco como película, sino más bien como una mezcolanza amorfa y descerebrada de dos horas de planos de tráiler y escenas de videoclip, un insulto a la lógica y al buen gusto.
Esto, por el contrario, es una película. La premisa es la misma: tras dragar los posos del catálogo de villanos de décima categoría de DC, nos presentan a un equipo de presidiarios que deben realizar una misión para el gobierno de los EE. UU. a cambio de una reducción de sentencia. Aunque los personajes son visualmente distintos, los podemos dividir básicamente en dos categorías: humanos corrientes y molientes que tienen personalidad y/o que son interpretados por un actor con carisma, como la Harley Quinn de Margot Robbie, el Bloodsport de Idris Elba o el coronel Flag de Joel Kinnaman, y metahumanos o semidioses con superpoderes que son todos y cada uno menos útiles en una misión que un soldado profesional.
Es una premisa ridícula que no aguanta ni tres segundos de reflexión, pero el acierto de James Gunn es explotar la absurdez y tratarla como una comedia. El escuadrón suicida funciona mejor cuanto más demente se vuelve, y hay que reconocer que no escasea la demencia, porque desafía las expectativas y da la vuelta al argumento varias veces. El conflicto entre Bloodsport, Flag y Peacemaker, el personaje de John Cena, más Harley Quinn haciendo de comodín impredecible, funciona bastante bien, pero para mí la película pierde toda inercia cada vez que se centra en sus insulsos personajes secundarios. Gunn está entusiasmado con King Shark, un tiburón humanoide grande y tonto, y de todas las veces que corta a planos suyos en los que es grande y tonto como si fuera el summum de la comedia, hace gracia igual dos veces. Ratcatcher, cuyo poder es tener una varita estilo Sailor Moon que controla a las ratas, es su equivalente dramático, un personaje totalmente vacío que existe solo para ser la voz de la conciencia del equipo sin el peso que ello requiere.
La acción sale del paso, porque el uso de acción real por encima de los efectos digitales de los que abusa Marvel, junto con el abundante gore, hace que los combates tengan un aire visceral, a veces literalmente (aunque debo decir que esta película podría batir el récord de escenas de acción en las que un héroe desarmado despacha soldados armados hasta los dientes que deciden libremente abandonar sus puestos seguros para combatir cuerpo a cuerpo en lugar de disparar las armas que tienen entre manos).
Al final, El escuadrón suicida me ha decepcionado como blockbuster de acción. Es verdad que, si quieres evaluarla por su mejora sobre la primera entrega, el resultado sería muy generoso, pero por sí sola no es ni de lejos tan cómica ni tan subversiva como se cree. Se sostiene gracias al carisma de Margot Robbie y un par de secuencias de acción bien traídas, pero no va a redefinir el género precisamente.