Belle (2022) – Movie Review

Belle

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In real life, Suzu is a withdrawn high schooler from a small town in the Japanese island of Shikoku who never recovered from the tragic loss of her mother years ago. When she joins the massively popular virtual reality of U, however, she becomes Belle, a pink-haired, elvish woman who gains millions of fans overnight through her beautiful pop songs (singer Kaho Nakamura lends her voice to Suzu’s dialogue as well as Belle’s songs, and she excels at both). Soon after her sudden pop stardom, she runs into the Beast, a mysterious wolf-like monster who constantly fights U’s authority and is equal parts reviled and revered.

Suzu’s interest in the Beast is more than a girl falling for a bad boy, and for that matter, more than just another iteration of Beauty and the Beast: on the one hand, she thinks he might in fact be Shinobu, the brooding cool boy at school, also the only one who sees Suzu is struggling with her mental health and wants to help, but whom she is too insecure to respond to. On the other hand, Belle and the Beast are thematic opposites, her an idealized screen that shows only her talent and hides all that is broken inside, him a manifestation of all his darkest impulses and repressed pain.

From the point of their meeting, Suzu will attempt to juggle her real-life responsibilities with her virtual quest for the Beast’s identity. While the character work in making Suzu a relatable protagonist or giving characters like Shinobu or Kamishin depth beyond their secondary roles is remarkable, the plot is the movie’s weak point, as the real and virtual stories end up being too disconnected and the transitions from one to another become increasingly jarring.

As you know if you have seen even one image from this film, Belle (a somewhat simplified title for what was originally called Ryuu to Sobakasu Hime, literally “The dragon and the freckled princess”) is a visual spectacle. The real world looks more like a traditional anime, with beautiful, sometimes hyper realistic backgrounds that look hand painted (this reminded me a bit of the trademark style of Your Name or Weathering With You) contrasting with simplified, slender character models filled with solid colors. The world of U, meanwhile, is the antithesis of simplicity: the expressive characters are 3D models cel-shaded to resemble 2D animation, all as outlandish and varied as you might expect from a videogame with customized avatars, and the huge crowds and constant bucketloads of particle effects successfully convey the hustle of a popular MMO. While U is still not quite as off the wall as, say, Paprika, Mamoru Hosoda does nonetheless come up with striking images, like the sight of Belle singing atop a giant flying whale strapped with a hundred loudspeakers.

Despite its somewhat inconsistent plotting, all anime fans should watch Belle for its gorgeous aesthetics, superb music, and moving character development. It’s always a pleasure to see something different.

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Belle (2022)

En la vida real, Suzu es una apocada estudiante de instituto, en un pueblo de la isla japonesa de Shikoku, que aún no se ha recuperado de la trágica muerte de su madre hace años. Sin embargo, cuando entra en la popular realidad virtual de U, se convierte en Belle, una mujer fantástica de pelo rosa que se gana millones de fans de la noche a la mañana gracias a sus pegadizas canciones pop (la cantante Kaho Nakamura presta su voz tanto para los diálogos de Suzu como para las canciones de Belle, y tiene talento de sobra para ambas cosas). Al poco de convertirse en una estrella del pop virtual, Suzu se tropieza con la Bestia, un misterioso monstruo con aspecto de lobo que se dedica a luchar contra las autoridades de U y tiene tantos detractores como admiradores.

El interés de Suzu por la Bestia es algo más que una chica que se enamora de un chico malo, y para el caso, más que una versión de La Bella y la Bestia: por un lado, sospecha que él podría ser en realidad Shinobu, el chico retraído pero admirado del instituto, que además es el único que se da cuenta de que Suzu pasa por una mala racha y necesita ayuda, aunque ella no se atreva a responderle. Por el otro, Belle y la Bestia representan conceptos opuestos: ella es una proyección idealizada que solo muestra su talento y oculta todo su dolor, mientras que él es una manifestación de sus impulsos más oscuros y todo el trauma que debe reprimir en la vida real.

Desde que se conocen, Suzu deberá compaginar sus responsabilidades reales con su misión virtual por desenmascarar a la Bestia. Aunque el desarrollo de personaje convierte a Suzu en una protagonista fascinante y aporta a personajes como Shinobu o Kamishin más complejidad de la que se podría esperar de sus papeles secundarios, el argumento es el punto débil de la película, porque las dos historias paralelas acaban quedando algo inconexas y las transiciones de la una a la otra cada vez se vuelven más abruptas.

Como ya sabrás si has visto cualquier imagen de la película, Belle (un título algo simplificado, teniendo en cuenta que en japonés se llama “El dragón y la princesa pecosa”) es un deleite para la vista. El mundo real luce como un anime tradicional, con fondos hermosos y a veces hiperrealistas que parecen pintados a mano (en esto me recordó al estilo de Your Name o El tiempo contigo), en contraste con personales dibujados con simpleza y pintados con tonos lisos. El mundo de U, por el contrario, es todo lo contrario a la simpleza: los expresivos personajes son modelos 3D con cel-shading para parecer animación 2D, todos tan fantasiosos y diversos como cabría esperar de un videojuego con avatares personalizables, y las enormes muchedumbres y las toneladas de efectos de partículas consiguen recrear la sensación de estar en un MMO concurrido. Aunque U no llega a ser tan delirante como, por ejemplo, Paprika, Mamoru Hosoda sin duda sabe conjurar imágenes llamativas, como la de Belle cantando sobre una enorme ballena voladora equipada con cientos de altavoces.

A pesar del argumento algo inconsistente, todo fan del anime debe ver Belle para disfrutar de su maravillosa estética, su excelente música y sus conmovedores personajes. Es un placer ver algo distinto en cartelera.

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