Shadow positions itself as if it’s going to be the epic story of two warring kingdoms in 3rd century China: those of Pei and Yang. We are on the side of Pei, which currently happens to be the losing side. The King (Zheng Kai) is an unstable egomaniac who can only lead his subjects to certain defeat, but the brave and cunning Commander (Deng Chao) challenges the Yang general to a single duel to determine the outcome of the war. This is a smart maneuver, because if he wins, the war can cease without further bloodshed, but if it looks like he’s going to lose, the King can truthfully claim that the challenge was unsanctioned. The problem comes from the fact that the man is a shadow, a double trained to replace the real Commander (also played by Deng) who lives in hiding due to a debilitating disease.
The story, then, becomes less about the overarching conflict and focuses on the conflict of whether the Commander and his shadow can keep up the charade long enough for their plans to prosper. Other than the two men, the Commander’s wife (Li Sun) is the only person in on the deception, and she’s the one who acts as a bridge between the surface world and the damp cave where her husband spends his days.
I really wanted to like this one, and I was intrigued enough by the desolate, wind-swept corridors that hide secrets and treasonous plots, but the story fizzles out quickly: between the setup of the final duel as the ultimate goal and the arrival of said duel is a vast stretch of film where not much of anything happens, and characters mostly repeat the same story beats on a loop. Very late into the film it looks as if there will be a new, interesting thread about learning to face the Yang general by mastering the use of an umbrella, but this ends after two scenes. We have, then, a long movie telling a rather short story, which is a bad combination, and after I arrived bored at the climax, rather than feeling elated I was baffled by some of the story choices at the end.
There is little else to entertain the viewer, because for all the kung fu-filled trailers, there is precious little action in what is more a palace intrigue than a war epic, and I am ambivalent about the aesthetics. After the masterful use of primary colors as time markers in Hero, and the visual overload of gold in The Curse of the Golden Flower, this time Zhang has filled his palette exclusively with gray and black: from the costumes to the props to the overcast sky to the perpetually rain-soaked sceneries themselves, there is nary a drop of color to be found in this film. To be sure, this results in a few shots of stunning, understated beauty, but on the whole the visual style ended up feeling too drab and uniform for me, especially because it makes the story feel even more static: an aesthetic that evolved with the story would have helped quicken the pace.
Shadow is not terrible, but when a director of Zhang Yimou’s stature makes a boring movie, it still feels like a misfire. It feels as gray and lifeless as it looks, and what little spark it finds in some of its twists is not worth the commitment it requires.
Sombra (2018)
Sombra arranca como si fuera a ser un cuento épico de dos reinos en guerra en la China del siglo III: el reino de Pei y el reino de Yang. Nosotros estamos en el bando de Pei, que ahora mismo es el que lleva las de perder. El Rey (Zheng Kai) es un déspota egocéntrico que solo es capaz de llevar a su pueblo a una derrota segura, pero el valiente y astuto Comandante (Deng Chao) desafía al general de Yang a un duelo para determinar el resultado de la guerra. Es una maniobra inteligente, porque si gana, la guerra puede cesar sin más derramamiento de sangre, pero si parece que va a perder, el Rey puede decir sinceramente que no había aprobado el duelo. El problema viene del hecho de que nuestro protagonista es en realidad una sombra, un doble entrenado para reemplazar al auténtico Comandante (también interpretado por Deng), quien vive oculto debido a una grave enfermedad.
La historia, entonces, trata menos del conflicto general y se centra más en la incógnita de si el Comandante y su sombra serán capaces de mantener las apariencias el tiempo suficiente para que sus planes den fruto. Aparte de los dos hombres, la esposa del Comandante (Li Sun) es la única persona al corriente del engaño, así que le tocará a ella hacer de mensajera entre el mundo de la superficie y la cueva húmeda en la que su marido pasa los días.
De verdad quería que me gustara, y desde luego me intrigaban esos pasillos desolados y ventosos donde se cuecen secretos y traiciones, pero la historia se apaga enseguida: entre la presentación del duelo final como objetivo y la llegada del duelo en sí hay un largo recorrido durante el cual no pasa gran cosa, y los personajes se dedican a repetir los mismos conceptos en bucle. Bastante adelante en la película parece que va a haber un nuevo gancho, porque para derrotar al general Yang hace falta dominar el uso de un paraguas, pero solo dura dos escenas. Lo que nos queda, al final, es una película larga que cuenta una historia más bien corta; mala combinación, y habiendo llegado aburrido al clímax, en lugar de avivarme me quedé perplejo por algunas de las decisiones que se toman después.
Hay poco con lo que entretenerse, porque a pesar de los tráileres llenos de kung fu, hay muy poca acción en lo que realmente es más una intriga de palacio que una épica de guerra, y no las tengo todas conmigo sobre la estética. Tras el magnífico uso de los colores primarios como marcadores de tiempo en Hero, y la sobrecarga visual de La maldición de la flor dorada, esta vez Zhang ha llenado su paleta solamente con grises y negros: ya sean los trajes o el atrezzo o el cielo nublado o los mismos escenarios perpetuamente empapados por la lluvia, en esta película apenas existe una gota de color. No cabe duda de que esto resulta en algunos planos de una belleza discreta pero no por ello menos refinada, pero este estilo visual acabó haciéndoseme demasiado uniforme y austero, especialmente porque hace que la historia se haga aún más estática: un estilo que evolucionara con la historia habría ayudado a aligerar el ritmo.
Sombra no es lamentable, pero cuando un director del nivel de Zhang Yimou hace una película aburrida, no deja de ser decepcionante. Es tan gris y plana como su aspecto indica, y la poca chispa que desprenden sus giros no merecen el compromiso necesario.
The Film Tower 