Ocho (Juan Barberini) is an Argentinian tourist visiting Barcelona who hooks up with Javi (Ramón Pujol) and then goes out with him. At first it looks like it’s going to be a Before Sunset-style movie, leisurely following their stilted first interactions and their gradual warming up to each other, almost in real time, until Ocho remembers that they in fact knew each other in 1999, from a similarly passionate encounter when they were young and Javi had a girlfriend.
Without warning, the movie then jumps back to that time, and becomes the story of that earlier afternoon in Barcelona. In total, End of the Century is divided in three distinct chapters. The fact that Ocho could not recognize Javi even after having sex with him, even if it’s been twenty years, is not the only thing that will stretch your disbelief: the characters are both played by the same actors, wearing the same clothes, in the same scenery. Lucio Castro (the writer and director) made the choice of not distinguishing the different time periods in any way, which lends the film an air of fantasy, of surrealism that mixes reality with recollection.
What’s interesting about this premise is that the stories are mutually exclusive: they cannot all be simultaneously true, as each one depicts events that contradict the reality of another. If you want to form one definitive story, you must choose two chapters; or, you can understand the film as a what-if, a study of the road not travelled, of how different our lives could be if we’d just made a different choice.
The experiment, I think, ultimately works, mainly because of the dream-like atmosphere Castro manages to infuse. The story or the characters are not complex enough to pull it off by themselves, but the style succeeds in creating a quiet, contemplative mood.
I have no complaints about the two leads; it is for the worse that they do not act any younger or older, which removes a lot of the weight from their long separation, but they were most likely directed that way. I do have to mention, however, Mia Maestro (remember when she was Sydney Bristow’s secret sister in Alias?!), who in one unassuming scene acts circles around the two men; I wished she had also featured in all three chapters.
End of the Century did not have a great impact on me; this is in part deliberate, given the uniformity of the chapters and the differing realities, and in part due to a lack of depth in the story, but it is an interesting mood piece nonetheless.
Fin de siglo (2019)
Ocho (Juan Barberini) es un turista argentino de visita en Barcelona que se acuesta con Javi (Ramón Pujol) y luego sale con él. Al principio parece que va a ser una película al estilo Antes del atardecer, siguiendo sosegadamente sus primeras conversaciones y su gradual amistad, casi en tiempo real, hasta que Ocho recuerda de repente que en realidad se conocen de 1999, de un encuentro similar cuando eran jóvenes y Javi tenía novia.
Es entonces cuando la película salta sin avisar a esa época, y se convierte en la historia de aquella tarde en Barcelona. En total, Fin de siglo tiene tres capítulos distintos. El hecho de que Ocho no recordara a Javi aunque hayan pasado veinte años no es lo único que exige credulidad: los personajes los interpretan los mimos actores, con la misma ropa, en el mismo escenario. Lucio Castro (director y guionista) tomó la decisión de no diferenciar las épocas de ninguna forma, lo que da al filme un aire de fantasía, de surrealismo que mezcla realidad con recuerdo.
Lo interesante de esta premisa es que las historias son mutuamente excluyentes: no pueden ser todas verdad a la vez, porque cada una muestra acontecimientos que contradicen la realidad de otra. Si quieres formar una historia definitiva, debes elegir dos capítulos; o bien, puedes entender la película como un ejercicio de imaginación, un estudio del camino nunca recorrido, de lo diferentes que podrían ser nuestras vidas si hubiéramos tomado otras decisiones.
El experimento, en general, funciona, en gran medida por el ambiente onírico que Castro logra infundir. La historia y los personajes no son lo bastante complejos de por sí, pero el estilo consigue crear un tono reposado y reflexivo.
No tengo quejas de los dos actores protagonistas; es un fallo que no actúen distinto cuando sus personajes son más o menos jóvenes, porque le quita peso a su larga separación, pero seguramente es por la dirección que recibieron. Sí que tengo que mencionar a Mia Maestro (¿te acuerdas de cuando era la hermana secreta de Sydney Bristow en Alias?), que con una escena de lo más discreta les da vueltas a los dos; ojalá saliera en los tres capítulos.
En última instancia, Fin de siglo no tiene el impacto que podría; en parte deliberadamente, por la uniformidad de sus segmentos y las realidades paralelas, y en parte debido a la falta de profundidad de la historia, pero pinta un retrato no carente de interés.
The Film Tower 