C’mon C’mon (2022) – Movie Review

Woody Norman and Joaquin Phoenix in C'mon C'mon

¡En español!

It is curious that, with so many films and TV shows devoted to the different aspects of parenthood, I’d never seen one so thoughtfully, so compassionately study the emotional needs of a child. C’mon C’mon is that rare film, about two adults who need to take of a child in a problematic situation, and chooses to focus not on the burden that this is for them, but for the kid.

The kid in question is Jesse (Woody Norman), an eccentric 8-year-old whose mother Viv (Gaby Hoffman) must take off for a couple of weeks to respond to an emergency. This leaves Jesse in the care of his uncle, Viv’s brother Johnny (Joaquin Phoenix), who is currently shooting an audio documentary interviewing children across the United States.

From beginning to end, the movie -written and directed by Mike Mills- defies expectations. The three main characters come out fully formed, three-dimensional figures that the story will gradually study. Jesse is most definitely a weirdo -he likes to roleplay that he’s an orphan, and his mom is adopting him- but this is a film that understands that most kids are, in fact, total weirdos. Johnny and Viv do, too: they regard Jesse with a fascination as full of love as it is devoid of judgment. We will spend a great deal of time watching uncle and nephew navigate each other, tentatively, as two near strangers who must learn to coexist. Consider a scene in which the kid has thrown a tantrum after a scare in a busy New York street: the two adults engage in a lengthy dialogue about what children experience in such a situation, and the kind of honest reassurances and accountability that they need from their guardians.

C’mon C’mon is not terribly interested in its plot (we just need to babysit the kid for a couple of weeks), and even less in easy resolutions; it’s easy to imagine a worse movie in which Johnny and Jesse’s relationship started out rocky and worked its way up to a tearful catharsis right before a tidy ending. The core of the story is exploring each character’s emotional journey and the ways in which they overlap.

All three actors are phenomenal, too. Little Woody Norman is a delight (just after I was slagging child actors in Belfast, too), as is Gaby Hoffman, the very portrait of resilience, albeit fraying at the edges. And as for Joaquin Phoenix, it boggles my mind that he was given an Oscar for Joker -a textbook Most Acting win – but isn’t even getting nominated for this much more nuanced and heartfelt work.

This is not a film with big, dramatic scenes, a preestablished message, clear-cut characters, or perfect conclusions, and it’s all the better for it. It overflows with compassion and truth.

C’mon C’mon on IMDb

C’mon C’mon (2022)

Es curioso, con la de películas y series que se han dedicado a las distintas facetas de la paternidad y la maternidad, que jamás hubiera visto una que explorara las necesidades emocionales de un niño con semejante cariño y atención.

C’mon C’mon es una joya de película que presenta a dos adultso que deben hacerse cargo de un niño en una situación problemática y se centra no en la carga que supone para ellos, sino en el niño.

El niño en cuestión es Jesse (Woody Norman), un excéntrico chaval de 8 años cuya madre, Viv (Gaby Hoffman) se tiene que ausentar un par de semanas debido a una urgencia. Jesse acaba al cuidado de su tío, el hermano de Viv, Johnny (Joaquin Phoenix), quien se dedica a grabar documentales de audio entrevistando a niños y adolescentes por todo EE. UU.

De principio a fin, la película (escrita y dirigida por Mike Mills) desafía las expectativas. Los tres protagonistas vienen ya totalmente formados, figuras tridimensionales que la historia estudiará poco a poco. Jesse es definitivamente un bicho raro -le gusta jugar a que es un huérfano y que su madre lo ha adoptado- pero este es un filme que entiende que casi todos los niños son, a fin de cuentas, bichos raros. Johnny y Viv también lo entienden: observan a Jesse con una fascinación tan plena de amor como carente de desaprobación. Nos pasaremos gran parte del metraje viendo cómo tío y sobrino se acostumbran el uno al otro, como dos desconocidos que deben aprender a convivir. Pienso en una escena en la que el crío se ha enfadado tras una situación peliaguda en una abarrotada calle de Nueva York: los dos adultos entablan un largo diálogo sobre lo que significa una experiencia semejante para un niño, y el tipo de responsabilidad y calma que un adulto debe proporcionarle en esa situación.

C’mon C’mon no tiene mucho interés en desarrollar un argumento al uso (al fin y al cabo, se trata solo de hacer de canguro un par de semanas) y menos aún en llegar a conclusiones fáciles; es fácil imaginar una película peor en la que la relación entre Johnny y Jesse empezara conflictiva y fuera mejorando hasta culminar en una catarsis bien lacrimógena justo antes del final. Aquí, sin embargo, se trata de explorar el viaje emocional de cada personaje y los aspectos en los que se solapan.

Los tres actores son fenomenales. El pequeño Woody Norman es una delicia (y mira que justo estaba hablando mal de los niños actores en Belfast), al igual que Gaby Hoffman, el retrato mismo de la resiliencia, aunque una inspección más cercana revele una realidad más compleja. Y en cuanto a Joaquin Phoenix, escapa a mi comprensión que ganara un Oscar por Joker (un premio dado por actuar más, no mejor) y que por este trabajo mucho más emotivo y profundo no esté recibiendo ni nominaciones por ninguna parte.

Esta no es una película con escenas llamativas o dramáticas, un mensaje predefinido, personajes arquetípicos, ni conclusiones perfectas. Lo que tiene, de sobra, es verdad y compasión.

C’mon C’mon en IMDb