It’s not often that we get movies where an animal is the protagonist, is it? Sure, there are lots of movies (usually family feel-good affair) about animals, but the protagonist is usually a bright-eyed boy or girl who will find companionship in a dog or a horse. Then there’s Eo, by Polish director Jerzy Skolimowski, the tale of a donkey wandering around the European countryside.
Working off a road movie kind of structure, Eo is freed by the Polish authorities from the circus in which it was, for lack of a better word, employed, then sent to a series of destinations it keeps trying to escape to return to Magda (Sandra Drzymalska), its handler in the circus, the only human being to show Eo any warmth or affection. The narrative follows the donkey, though, not the young woman, as it is put to work in a farm, adopted as a mascot by a football team or sold for meat to unscrupulous truckers. The running theme (as presumably drawn from its inspiration, Robert Bresson’s 1966 film Au hasard Balthazar, unseen by me) is that a lot of people treat animals like, well, animals, and not coincidentally most of those also treat people like animals. Just about the only time the movie’s eye focuses on humans it is to briefly observe a French woman (Isabelle Huppert, who parachutes into the movie for one scene then takes off the way she came) who clashes with her Italian stepson (Lorenzo Zurzolo).
Skolimowski takes a pretty well honed approach to painting Eo as a character: he does not overly try to humanize him -there are no cute reaction shots or attempts at portraying the donkey as having human expressions or intentions- but he still pays attention to the kinds of emotions animals do have, with some creative license; there are numerous shots of Eo observing horses getting preferential treatment, lavished with care while it is made to pull carts in the mud.
This realistic approach is also the film’s downside, which is that it lacks the kind of clarity of purpose that a human story might have. At an hour and a half, the movie is objectively not long, but still feels like it drags at a couple of points. An interesting experiment, if not the kind of edifying tale it set out to be.
Eo (2023)
No hay muchas películas con animales como protagonistas, ¿verdad? Sí que hay muchas pelis familiares sobre animales, pero el protagonista suele ser un niño que disfruta de la compañía de un perro o un caballo. Y luego está Eo, del director polaco Jerzy Skolimowski, la historia de un burro que vaga por diversos campos y pueblos europeos.
Siguiendo una cierta estructura de road movie, las autoridades polacas liberan a Eo del circo en el que trabajaba (por decirlo de alguna manera) y lo mandan a una serie de destinos de los que intenta escaparse para volver con Magda (Sandra Drzymalska), su cuidadora en el circo, la única persona que le muestro algo de afecto. Sin embargo, la narrative sigue al burro, no a la joven, a medida que lo ponen a trabajar en una granja, lo adopta un equipo de fútbol o lo compran unos camioneros sin escrúpulos. El tema recurrente (adaptado presumiblemente de su inspiración, el filme Au hasard Balthazar de Robert Bresson, que no he visto) es que mucha gente trata a los animales como, bueno, como animales, y no es coincidencia que muchos también tratan a las personas como animales. Prácticamente la única vez que la película se detiene para observar a seres humanos es cuando interviene una mujer francesa (Isabelle Huppert, que aparece de la nada como si la hubiera invocado un sortilegio, regala una escena y desaparece tan rápido como ha venido) que discute con su hijastro italiano (Lorenzo Zurzolo).
El enfoque de Skolimowski es bastante acertado a la hora de retratar a Eo como personaje: no trata de humanizarlo hasta la exageración (no hay ni reacciones monas ni intentos de aplicar expresiones o intenciones humanas a un burro) pero no deja de prestar atención al tipo de emociones que los animales son capaces de sentir, naturalmente con cierta creatividad; hay varios planos en los que Eo observa cómo cuidan primorosamente a los caballos mientras él tiene que tirar de carretas por el barro.
El aire realista del filme también es su punto débil, porque le falta la claridad o la dirección que habría tenido una historia humana. Con algo menos de hora y media de metraje, objetivamente no es una peli larga, pero aun así pierde algo de fuelle en un par de momentos. Un experimento interesante, aunque no sea el tipo de fábula edificante que pretende.
The Film Tower 