I Love My Dad (2022) – Movie Review

Patton Oswalt and James Morosini in I Love My Dad

¡En español!

Not even that long ago, Cha Cha Real Smooth prompted me to say that writer/directors who cast themselves as the lead in their own movies are a menace and can’t be trusted, then here comes James Morosini with I Love My Dad, casting himself as the exception to this rule with a hilarious and emotional dramatic comedy.

In one of those autobiographical stories that you have to believe because they’d be too messed up to fabricate, Frank (Morosini, writing and directing himself) is a troubled young man who is just coming back home after recovering from a suicide attempt. His father, Chuck (Patton Oswalt), has been a source of neglect and trauma all his life -missing all his important milestones, bailing out of appointments at the last minute, making up offensively transparent excuses- until he finally decided to cut all ties with him and block him on his phone and social media. Chuck, who for all his faults does genuinely want to know what goes on in his son’s life, resorts to creating a fake online persona, based on a waitress he knows called Becca (Claudia Sulewski), and strikes up an online conversation with his son. Frank’s interest in Becca becomes romantic pretty much instantly, so in effect Chuck is now catfishing his own son, to his deep and hilarious chagrin.

If you think all the layers in which this is unethical are too many to count, I Love My Dad finds a way to peel them all back and then still find a few more at the bottom. I want to do the same by exploring the techniques Morosini used to succeed in turning this scandalous experience into a moving family story.

For one thing, far from avoiding cringe, I Love My Dad runs -sprints- towards its cringeworthiness, relishing in its most awkward moments. This acts as a release valve, as the mortifying discomfort of the idea of a father sexting his own son posing as his fake girlfriend explodes on screen, turning your growing unease into comedy.

This, in turn, works because Morosini’s script knows exactly how much to lean on Patton Oswalt’s brilliant performance, not verbalizing anything that he can portray without words. There is something so kind-hearted and funny about Oswalt’s entire person that allows him to take on traits or flaws that would be impossible to forgive with someone else. The same is true for Rachel Dracht, by the way, who plays a brief but great supporting role. Their comedic timing is out of this world, and one of the keys to the film’s success.

Further, in direct contrast with something like Cha Cha Real Smooth, it’s remarkable how Morosini doesn’t even try to make himself a lovable hero or a misunderstood genius. He can make himself the butt of the joke or give himself awkward moments, all while playing his character’s deepest insecurities; not for nothing, in addition to offering up his most vulnerable moments, he also graciously steps off the spotlight to let Oswalt shine -perhaps to his detriment, because while Frank’s issues with depression and instability are treated with non-judgmental kindness, his personality is not as fully developed as Chuck’s. I would have liked to get a better sense of who Frank is -as it is, beyond his stint in a recovery institution, all I know about him is that he wants to be a “videogame coder” (I work in the industry and I’ve never heard of a “coder” job -I think he means a programmer?).

You see, then, all the ways in which I Love My Dad is a delightful comedy of errors with its share of moments of truth and emotion, carried by the leads’ precise performances and the sparks of chemistry between them.

I Love My Dad on IMDb

I Love My Dad (2022)

No hace mucho decía, a cuenta de Cha Cha Real Smooth, que los directores y guionistas que interpretan a sus propios personajes en sus pelis son una amenaza y no hay que confiar en ellos. Pues bien, aquí viene James Morosini, con su I Love My Dad, para presentarse como la excepción que confirma la regla con una comedia dramática divertida y emotiva.

En una historia autobiográfica de esas que te tienes que creer porque nadie sería capaz de inventárselas, Frank (Morosini, también director y guionista) es un joven deprimido que acaba de volver a casa tras un intento de suicidio. Su padre, Chuck (Patton Oswalt), siempre ha sido una fuente de abandono y trauma para él (perdiéndose todos los acontecimientos importantes de su vida, cancelando planes en el último momento, inventándose excusas ofensivamente transparentes), hasta que decidió cortar lazos con él y bloquearlo en su teléfono y en redes sociales. Chuck, que a pesar de todos sus defectos se preocupa de verdad por saber qué pasa en la vida de su hijo, acaba creándose una cuenta falsa en Facebook basada en una camarera que conoce llamada Becca (Claudia Sulewski) para así poder chatear con Frank. El interés de este por la Becca ficticia se vuelve romántico más o menos inmediatamente, así que a todos los efectos Chuck acaba haciendo catfishing a su propio hijo, para su infinito y cómico disgusto.

Aunque bien podrías pensar que esto es inmoral de tantas formas distintas que sería imposible enumerarlas todas, I Love My Dad se las arregla para diseccionarlas y hasta para encontrar alguna más en el fondo. Podemos hacer lo mismo con la peli para explicar las técnicas de las que se vale Morosini para volver una experiencia tan escandalosa en una conmovedora historia familiar.

Para empezar, lejos de soslayar la incomodidad, I Love My Dad se lanza de cabeza a ella, explotando al máximo sus momentos más vergonzantes. Estos acaban por hacer las veces de válvula de escape, como cuando la idea de un padre que acaba haciendo sexting con su propio hijo haciéndose pasar por una novia falsa estalla con todas sus consecuencias, convirtiendo la incomodidad en comedia.

Esto, a su vez, es posible porque el guion de Morosini sabe exactamente cuánto depender de la brillante actuación de Patton Oswalt y no verbaliza nada que este sea capaz de expresar sin palabras. Todo él tiene algo de amable y gracioso que le permite exhibir rasgos o fallos que no le perdonaríamos a nadie más. Lo mismo va para Rachel Dracht, por cierto, quien interpreta un papel breve pero genial. La vis cómica de los dos es inigualable, clave para el éxito de la película.

Además, al contrario que Cha Cha Real Smooth, llama la tención que Morosini no intenta retratarse a sí mismo como un héroe simpático o un genio incomprendido. No le preocupa invitarnos a reírnos a su costa o sufrir momentos incómodos a la vez que deja entrever la profunda inseguridad de su personaje; hablando de lo cual, además de ofrecer toda su vulnerabilidad, también demuestra el buen juicio de apartarse para dejar que Oswalt sea el centro de atención. Quizá demasiado, de hecho, porque los problemas de Frank con la inestabilidad y la depresión se tratan con respeto, pero su personalidad no se precisa tanto como la de Chuck. Me habría gustado saber algo más de Frank como persona; solo sabemos que quiere ser “coder” de videojuegos (yo trabajo en la industria y no conozco ningún puesto con ese nombre; ¿querrá decir programador?).

Ya ves, pues, cómo I Love My Dad se erige como una comedia de enredo con momentos de verdad y ternura, gracias a las actuaciones de sus dos protagonistas y la química que hay entre ellos.

I Love My Dad en IMDb