Babyteeth (2020) – Movie Review

Eliza Scanlen in Babyteeth

¡En español!

Babyteeth is a difficult movie to explain, or at least to explain well, because “teenage girl with cancer meets boy” might be a factually accurate summary but it fails to capture what it really is. This is not just another entry in that strangely prolific subgenre; it is neither as edifying as Me and Earl and the Dying Girl nor as sentimental as The Fault in our Stars.

The girl in question is Australian 16-year-old Milla (Eliza Scanlen, fresh off Little Women), the only child of well-to-do Henry (Ben Mendelsohn, always solid) and Anna (Essie Davis, who shows remnants of the manic energy she displayed in True History of the Kelly Gang). They are dismayed when she shows up one day with Moses (Toby Wallace), a tattooed junkie in his early twenties, who promptly steals her prescription drugs and flees. Many parents would probably want their daughter’s boyfriend to not be inappropriately older, or addicted to drugs, or a delinquent; some, even, might want their daughter’s boyfriend to not be any of those things, so you can imagine that it’s a difficult time in that household.

The thing is, this story isn’t really about Milla’s relationship with Moses, or with her parents, or even with cancer. If you were to measure the amount of screentime devoted to each one of those strands, I suspect it would be shockingly low; instead, it’s as if director Shannon Murphy had chosen to simply plant a camera in that house and observed these people’s comings and goings at a critical crossroads in their lives. It forgoes traditional beginning, middle and end structures, setups and payoffs in favor of a more observational approach, one that renders potentially melodramatic events in a level-headed, pragmatic way. Things that a different movie would have heightened, or leaned heavily on, are instead normalized: Milla is not all that infatuated with Moses -she sees through him more than she lets on, and her main desire is to live life to the fullest. Henry and Anna, for their part, are not all that scandalized by the newcomer, and have plenty of their own issues to deal with. Conversely, Moses isn’t all that saintly under the grimy exterior.

Anybody who’s seen the exceptional Sharp Objects needs no explanation of Scanlen’s ability to portray a torrent of emotion under a steely façade; Mendelsohn once again dips into suburban angst as he did in The Land of Steady Habits. I must also credit the editing by Stephen Evans, because -for a movie that isn’t terribly worried about following a linear story, content with just showing languid snippets of that weird limbo that becomes the life of a family when one of its members is gravely ill- Babyteeth feels contemplative but not slow. There is only one subplot that feels extraneous, all the more disappointing because it features Please Like Me’s Emily Barclay.

Babyteeth is messy, it does not tie loose ends, and it is not concerned with finding silver linings under its dark clouds. But there is compelling drama in that.

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El glorioso caos de la vida (2020)

Esta es una película difícil de explicar, o al menos de explicar bien, porque “chica con cáncer conoce a chico” sería un resumen técnicamente correcto pero no capturaría lo que es en realidad. No se trata de otra entrada más en ese subgénero extrañamente prolífico; no es ni tan edificante como Yo, él y Raquel ni tan sentimental como Bajo la misma estrella.

La adolescente en cuestión es Milla (Eliza Scanlen, recién salida de Mujercitas), australiana, dieciséis años, hija única de Henry (Ben Mendelsohn, siempre profesional) y Anna (Essie Davis, quien conserva algo de la energía caótica que mostraba en La verdadera historia de la Banda de Kelly). Estos últimos se horrorizan cuando Milla aparece un buen día con Moses (Toby Wallace), un yonqui tatuado de veintipocos años que procede inmediatamente a robar todos los medicamentos de la casa. Muchos padres probablemente querrían que el primer novio de su hija no fuera inapropiadamente mayor, o drogadicto, o criminal; algunos, incluso, querrían que el primer novio de su hija no fuera ninguna de esas cosas, así que puedes imaginar que esta familia pasa por momentos difíciles.

Aun así, esta historia no trata realmente de la relación de Milla con Moses, o con sus padres, o con el cáncer. Si midiéramos la cantidad de tiempo que pasamos con cada uno de esos relatos, sospecho que sería parecido; es más bien como si la directora, Shannon Murphy, hubiera decidido plantar una cámara en una casa y observar las idas y venidas de sus habitantes en un período crucial de sus vidas. Deja de lado la estructura tradicional de principio, nudo y desenlace en favor de un enfoque más naturalista que documenta acontecimientos potencialmente melodramáticos con actitud serena y pragmática. Cosas que una película distinta habría exagerado o acentuado quedan por el contrario normalizadas: Milla no está tan colgada de Moses, lo tiene mejor calado de lo que pensamos y su objetivo real es vivir al máximo mientras pueda. Henry y Anna, por su parte, no se escandalizan tanto por el intruso porque tienen sus propios problemas. Al mismo tiempo, Moses no es un santo bajo su apariencia problemática.

Todos los que hemos visto la excepcional Heridas abiertas sabemos que Scanlen es capaz de interpretar un torrente de emociones bajo una fachada férrea; Mendelsohn se imbuye una vez más de la desesperación suburbana de La tierra de las buenas costumbres. También hay que resaltar el montaje de Stephen Evans, porque, para una película que no se preocupa mucho de seguir una historia lineal, que se contenta con hilar viñetas de ese extraño limbo en el que existen las familias con un miembro gravemente enfermo, El glorioso caos de la vida es lenta pero no se hace lenta. Solo hay un hilo que sobra, especialmente decepcionante porque incluye a una ex alumna de Please Like Me, Emily Barclay.

No es una película ordenada, no ata cabos sueltos y no tiene ningún interés en verle el lado bueno a las cosas. Pero en eso hay buen drama.

El glorioso caos de la vida en IMDb